viernes, 9 de noviembre de 2007

Rompiendo promesas

A veces, muestro una fuerza de voluntad inquebrantable, puedo llevar a cabo mis objetivos sin la más mínima fisura... pero no siempre es así. Hace algo más de un més me hice tres propósitos: dejar de beber alcohol, dejar de beber bebidas azucaradas y comenzar a estudiar noruego; así pues, como me ha ido?

  1. Dejar de tomar bebidas azucaradas: Conseguido sin demasiados problemas, salvo al principio que lo echaba un poco de menos, me he acostumbrado a comer con agua y nada más que agua.
  2. Dejar de tomar alcohol: No conseguido, aunque reducido en buena medida, tomar alcohol es algo MUY social en España, si te vas a un bar con tus amigos a hablar de tus cosas o a comentar cualquier mierda... solo puedes tomar café, tomar bebidas azucaradas o tomar algo de alcohol. Decidí que prefería evitar, sobre todo las bebidas azucaradas, así que caían cervecitas. En fin, he tenido una noche de borrachera desde que me prometí no volver a tomar alcohol, no está nada mal, la verdad.
  3. Comenzar a estudiar noruego: Bastante conseguido, aunque lo cierto es que las clases son de 19.30 a 21.30, después del trabajo, cansado y todo eso, pero cuando te interesa algo, supongo que sacas tiempo aunque no lo haya, es una simple cuestión de prioridades, además de eso, escucho radio en noruego (vía Internet) todas las mañanas, una se sesión de 2 horas o así... la verdad es que no entiendo casi nada, pero bueno, poco a poco :).
Y esto es todo... veremos hasta donde llega mi fuerza de voluntad...

viernes, 2 de noviembre de 2007

La autocompasión de los trabajadores

Hay un patrón de conducta que parece repetirse en todos los sitios que he currado: los trabajadores suelen hacer buenas migas entre ellos, si las empresas son grandes, se pueden formar incluso varios grupos.

Los jefes, por otra parte, suelen estar en el punto de mira, son los que llevan la administración de la empresa y, como en el fútbol, todo el mundo da su opinión de como debería hacerse.

Que nadie me malinterprete, no pretengo salvarle la cara a los jefes, cierto es que he conocido a algunos extraordinariamente buenos y a bastantes que han sido auténticos cabrones, pero si tuviese que elegir un bando, estaría en las trincheras de los trabajadores.

Como decía, todo el mundo cree poder hacerlo mejor, las horas de la comida son desde luego las preferidas para poner a parir al personal o decir si haría falta contratar/despedir a alguien...etc... La pregunta fundamental es: ¿de qué cojones sirve hacer eso? solo consigues quemarte y sentirte desgraciado, yo solía repetir a la gente que se regodeaban en su dolor, que eso no servía para nada, ellos solían replicarme que esa era una forma de desahogarse, en serio? no creo que te puedas desahogar contando lo miserable que es tu trabajo al tiempo que contemplas como el resto de tus compañeros asienten convencidos por tu breve discurso, es imposible, no sirve para nada.

Lo único útil es cambiar la realidad, de que sirve decir que el mundo es una mierda? los trabajadores tienen bastante más poder del que creen, bastaría que varios se pusiesen de acuerdo para ir a la huelga en el momento adecuado o para, simplemente, abandonar la empresa en el momento crítico, sin embargo esto jamás ocurrirá, al menos no en España... en "1984", de George Orwell hay un momento en que se dice : "A los proles se les puede conceder libertad intelectual por el sencillo motivo de que no tienen intelecto alguno", es triste tener que darle la razón...

Despotricar y despotricar, cagarse en el jefe y luego, agachar la cabeza cuando te pregunta... de que sirve eso? da igual que se cambien de empresa, en la siguiente empresa les pasará exactamente lo mismo, volverán a quejarse y lamentarse de su desgracia autocompadeciéndose.

La solución pasa por ser mucho más prácticos, organizarse y emprender acciones reales con incidencia real, no digo que se ponga todo el mundo en huelga, pero si que salgan todos a su hora, invariablemente, en bloque si es preciso. Probablemente hace falta más valor para este tipo de acciones que para despotricar delante de una cerveza.